Mar Atlante

Mar Atlante —Islas Canarias—, nace de la colaboración de dos hombres enamorados del mar. Sergio Hanquet, fotógrafo naturalista, y Ángel Vallecillo, escritor, han sumado fuerzas para crear un libro en el que se respira pureza y libertad.
Sus páginas nos sumergen en un viaje artístico por la belleza, invitando al lector a revivir sus emociones más primitivas con el agua: la luz y el miedo, la vida, el silencio... Una defensa del océano no como mera riqueza natural, sino como un ser vivo al que observar para conocernos mejor a nosotros mismos.

Sergio Hanquet 2002
ISBN 84 932195 25

A la venta en: mardefoto

INTRODUCCIÓN

Cuenta el milagro que San Agustín caminaba por la playa, absorto en sus dudas, cuando se tropezó con un niño que recogía con una concha agua del mar para verterla en un hoyo. A la pregunta del santo, respondió que pretendía meter todo el mar allí dentro. San Agustín le hizo ver lo inútil de su empeño; a lo que el niño, transfigurándose en un ángel, le replicó que, del mismo modo que era imposible meter el mar en un agujero, también lo era que él se empeñara en tratar de comprender los misterios de la Creación.
¿Es un libro un agujero? ¿Se puede encerrar el mar dentro de un libro? Si pudiésemos reducirlo a un número incontable de imágenes y palabras ¿podríamos leerlo? ¿Olería a mar o a papel de imprenta?
Sólo el asombro y la humildad ante el inmenso mar pueden ayudarnos a comprenderlo mejor. Ha habido hombres, obsesionados por sí mismos, que han querido adueñarse de él: construyendo barcos gigantes, levantando ciudades sobre sus costas... Hombres que tratan, inútilmente, de caminar sobre las aguas. Ha habido otros, apasionados por la vida, que no han intentado ni encerrarlo ni someterlo, sino hacerlo más comprensible, acercándonoslo mediante la pasión de sus obras. Hombres como Cook, Verne, Melville, Alberti o Cousteau, que trataron de esbozar su visión del mar, troceándolo para explicárnoslo mejor. Amantes que mezclaron pasión y estudio para aproximarnos al mayor ser vivo de la Tierra. Ése es su gran hechizo: permanecer impasible e inexpugnable a los vanos intentos del hombre por encerrarlo en un hoyo y reducirlo a cenizas.
El mar es el hogar de los que no necesitan patria; de los que cuando tienen frío se desnudan y cuando quieren hacerse oír, callan. Mar es una palabra que al pronunciarla en voz alta la boca nos sabe a sal. Lo miramos hechizados, ansiosos, siempre esperando algo asombroso de él. Lo añoramos como si en una vida remota hubiéramos respirado en sus profundidades, aunque ya no logremos recordarlo. El mar es tiempo sumergido en el silencio, tregua que forja hombres que le dedican sus sueños... Hombres que, al final de su vida, nos ofrecen, en el cuenco humilde de sus manos, una bola de luz, celosos de no derramar una sola gota de lo que tanto tiempo les ha costado comprender: que el mar no puede encerrarse en un agujero, o en una sola vida, o en un libro... como el que ahora usted mantiene abierto; un libro que nació de una ilusión: que cuando lo cierre el aire le huela a una brizna de mar.

MIEDO

Soy el desconocido al que los hombres temen desde el principio. Mi fuerza es el abismo; mi inteligencia es el agua... Abro ojos y oídos por todas partes. Soy el que rompe las barras, arrasa los muelles e inunda los hogares de tragedia. Soy el que de un solo golpe parte en dos los grandes barcos, me trago por cientos a vuestros hombres y vomito sus cadáveres en las playas.
Yo soy el que arrastra, inunda, muerde, ahoga, traga, hunde, pica y sepulta. Guardo un ejército zoológico en mis entrañas. Soy cruel, déspota y paciente, porque mis corrientes llevan la inmisericorde sinceridad de quien se sabe eternamente poderoso. Abro mis fauces y me elevo sobre olas altas como murallas para enroscarme en los tobillos de vuestros hijos. Arruino los amores y rompo las familias, porque soy hermoso, libre y sólo creo en mí mismo. Desprecio y persigo a los que hablan de mí como si fuera su amante sumisa o el pozo negro donde arrojar todas sus vergüenzas.
Soy caprichoso, frío y mudo; el enemigo al que nunca hay que dar la espalda: me agazapo bajo la calma de un día azul para desatarme con toda la ira de la tempestad. Soy un lobo con piel de agua. El tirano que gobierna la vida y la protege de la avaricia de los hombres. Me alimento de vuestro miedo y os rodeo por siete partes. Soy el aliado del cielo, el cómplice del viento, el príncipe que va apoderándose de la tierra. Yo soy el que soy. Y cuando todo acabe, estaré por todas partes.